domingo, 17 de octubre de 2010

¿Aún aquí?


¿Aún aquí?. ¿Aún enredado?. Los barcos parten y navegan con el viento favorable. Pero después del último naufragio, cuando desperté, caí en la redes. Aunque en ellas me refugio, todavía escucho los ecos de los días alegres, de la audacia, de la poesia, del amor... Dios de los Vientos, dadme fuerzas para desatarme y coger el próximo barco que emprenda rumbo hacia tierras generosas. Y favorece que se hichen sus velas. Entonces, seguiré los consejos.

Hamlet. Acto I. Polonio a Laertes en presencia de Ofelia.

¿Aún aquí? ¡Por Dios, a bordo, a bordo!
El viento ya ha hinchado tus velas, y están
esperándote. Llévate mi bendición
y graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento
ni lo pongas por obra si es impropio.
Se sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu alma agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas,
haz que tu adversario se guarde de ti.
A todos presta oído, tu voz, a pocos.
Escucha el juicio de todos y guárdate el tuyo.
Viste cuan fino permita tu bolsa,
más no estrafalario, elegante, no chillón,
pues el traje suele revelar al hombre,
y los franceses de rango y calidad
son de suma distinción a este respecto.
Ni tomes ni des prestado, pues dando
se suele perder pretamo y amigo,
y tomando se vicia la buena economía.
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,
pues de ello se sigue, como el día a la noche,
que no podrás ser falso con nadie.
Adiós, mi bendición madure esto en ti.